martes, 27 de octubre de 2009

¿Cuáles son sus orígnes?

Los estudiosos de las subculturas coinciden en 1915 como el año en el que se comienza la reflexión e investigación sobre las bandas juveniles surgidas (más o menos como las conocemos ahora) en las principales ciudades americanas por esas fechas.
La ciudad de Chicago de principios del siglo XX era el ejemplo perfecto de ciudad americana y reunía las condiciones perfectas para la aparición de estas bandas y agrupaciones en algunas zonas de la ciudad.
Posteriormente, con la aparición de la primera subcultura juvenil en Gran Bretaña, los teddy boys, se comienza a investigar en el continente europeo y ahora gran parte de las investigaciones sobre este tema provienen de estos países.

La historia en México

Al principio de la década de los 70, en México, se dio la primera muestra generalizada de la contracultura: el concierto de Avándaro.
La noche del sábado 11 de Septiembre de 1971, en Valle de Bravo, localizado a dos horas en automóvil de la ciudad de México; sobresale como la noche más espectacular en la historia del rock mexicano.
Diversas bandas de rock tocaron en un festival al aire libre, frente a una audiencia conformada por más de 100,000 personas.
Entre los músicos participantes podemos mencionar a los, Dug Dug´s, a Peace and love, El ritual y a Three souls in my mind (actualmente el TRI de México), quienes llenaron el escenario con esta “música para locos” como diría Alex Lora. El concierto fue censurado y las autoridades reprimieron a los miles de jóvenes asistentes: la atmósfera era todavía muy tensa tras la masacre de Tlatelolco en 1968 y el “halconazo” (nueva masacre estudiantil en la ciudad de México), en el mismo año del concierto de Avándaro.

Desde entonces los movimientos contraculturales se refugiaron en las orillas de la ciudad de México. Los músicos de este momento tomaron como “cuarteles generales” los llamados “hoyos funki”, que eran lugares muy pequeños, con muy pocas medidas de seguridad y en donde la libertad era absoluta.

Tiempo después, cubierto el mercado musical por rock and roll ligero, las influencias de las contraculturas extranjeras empezaban a crecer en los medios underground (subterráneos en inglés), como los mencionados hoyos funki y los antros en los que se llamó en ese entonces “el cinturón del vicio”, que era la zona de tolerancia para los jóvenes en las afueras del Distrito federal.

En la década de los 70, el punk y el hip-hop fueron la bandera de los jóvenes rebeldes y radicales. El Pop Art demostró que todo podía convertirse en arte, siempre y cuando estuviera en las manos apropiadas “desde latas de conserva hasta cajas de embalaje”. El punk llegó más lejos. Su premisa en el campo artístico es: “todo es arte lo haga quien lo haga, y no sólo lo realizado por la elite que quería vender el Pop”. A partir de la revolución punk, las colecciones de libros de arte incluyen recopilaciones de anuncios publicitarios, y escenarios para conciertos. Hoy en día se generaliza el sentimiento de que sí bien unas obras son más válidas que otras: todo es arte.
Para los años 90, las tendencias cambiaban y empieza la oleada new gothic todas sus ramificaciones.

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